sábado, 12 de enero de 2013

Método imaginativo-comprensivo.

Imaginad que os encontráis una rata en el suelo. ¿Lo tenéis? Lo lógico sería subirse a algún sitio alto mientras piensas el segundo paso a seguir, cómo librarte de ella y tal. Vaya, que parece muy peliculero pero yo es lo que haría; subirme a la cama y ver qué coño hago después. 

Pues bien, ahora imaginad que vivís rodeados de ratas. Ratas en el suelo de vuestras casas, ratas en las calles, ratas en el supermercado, ratas en el trabajo. Estaríais encima de la cama sin querer salir. Al principio intentaríais buscar una solución pero resulta todo muy complicado y confuso cuando te das cuenta de que sólo tú ves las ratas y el resto del mundo vive ajeno a ellas. Perdón, no vive ajeno a ellas, algunos forman parte de los roedores, otros saben nadar entre ellos. Pides ayuda. Perdón, piden ayuda por y para ti.

La ayuda:
1. No hay ratas, eres tú que estás enfermo y las ve. Deja de verlas.  
2. Si crees que las hay -puto loco de la vida-, trata de vivir con ellas. No te queda otra. -¿No me queda otra? Ya lo veremos-

Qué hacer, qué hacer... Oh, qué hacer... 

Finalmente, ¿sabéis lo que se hace? Uno se instala encima de su cama y no baja de ella. Y no baja de ella. Y duerme en un colchón lleno de migas. Y vive con unas cuantas botellas al alcance de la mano. Y no baja de ella. ¿Y cómo se vive entonces? Pues... Uno SOBREvive poniéndose una capa aislante para poder salir a comprar comida sin que le toquen las ratas. Uno va a trabajar a conseguir el dinero para pagar la comida vestido con la capa aislante para evitar que le toquen las ratas. Uno SOBREvive aislado. Uno pasa por la vida de puntillas. Uno pasa a ser un poco translúcido. Uno para a ser un poco irrelevante. Uno deja de importar. Pero ¡¿a quién?! ¡¿A LAS RATAS?! 

Oh... Qué gran ironía es esta vida. Oh, ¡cómo la saboreo! 

Oh, cómo a veces se rompe el aislante (de tanto usarlo) en cualquier situación cotidiana y cómo corres a casa a subirte a la cama. Te ha dado tanto asco que ya no quieres volver a bajarte de ella. Se siente uno triste y desdichado porque no le apetece bajar. Pero subido nadie sabe de ti porque todos nadan y tú no sabes. Tú no sabes. A ti no te enseñaron. Tú sólo tienes dos opciones: Quedarte flotando encima de tu cama aislado del mundo/hundirte nada más bajarte y descubrir que ni siquiera hay fondo.

Oh, ¡cómo lo saboreo! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario